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En que momento nos dejamos de impresionar por las cosas que nos rodean, por las cosas que vivimos.


Es tan hermoso ver cuando una persona nace, todo le parece interesante, se queda minutos observando la pared, un muñeco, una caja, entre otras cosas; tratando de sacar toda la información que se pueda, sorprendido por una sonrisa, por verse en el espejo, por escuchar la voz de las personas que ama o por un abrazo.
Se que las situaciones cambian, no todo se resuelve con un beso o en los brazos de mamá; pero se que hacemos una tormenta en un vaso de agua, solemos darle mas importancia a los problemas, hasta algunas veces agrandarlos y no salimos de ellos tan fácil; en lugar de parar, contemplar y sentir todo lo que estamos viviendo, detenernos a disfrutar los pequeños y grandes detalles.
La vida de adulto es complicada lo se, pero nada es imposible mientras estemos sanos, pasamos los días como si siempre fueran a estar ahí, en lugar de reír hasta que te duela el abdomen, llorar si es necesario hasta renovarte, disfrutar la compañía de los tuyos, ver el vuelo de una mariposa; que aun siendo pequeña lucha y vive al máximo, darle la importancia que se merece a los problemas, al trabajo y aprender a vivir. 
A ver, sentir, escuchar la vida como una aventura que vamos escribiendo, a pesar de lo que vaya pasando, nosotros lo decidimos; a regresar a esa inocencia de niños y actuar con la experiencia  de un adulto, arriesgándonos a cosas nuevas.
No desperdiciemos ni un minuto de vida, aunque sea de descanso mientras nos haga sentir vivos.